Si alguien me hubiera dicho hace unos años que un día encontraría la Paz verdadera, la que sobrepasa todo entendimiento, definitivamente me hubiera reído en su cara. En ese momento, mi vida era más que un caos. Intenté todo lo que supuestamente debía hacer: trabajar más, sacrificarme por otros, luchar contra mí mismo, esforzarme más, ser “buena persona”, tomar las decisiones correctas… y todo para nada, porque no solo nada de eso funcionó, sino que a todos les fallé.

Un día, lo perdí todo. Familia, amigos, economía, estabilidad. ¿Qué haces cuando no te queda nada? En ese punto, sentí que la vida me estaba castigando. No entendía por qué me pasaba todo eso si yo estaba “haciendo lo correcto” y esto lo digo muy entre comillas. Yo no tuve lo que llaman “una noche oscura”, yo tuve mil y una noches, mi vida en ese momento era como meterse en un túnel y ver el fondo, pero cada vez que tocaba ese fondo, me daba cuenta de que era un fondo falso de papel y se rompía y otra vez había otro fondo y así repetidamente.

Si ahora que lees esto, te sientas identificado, créeme que faltan muchos detalles finos de mi historia, los cuales, si te los contará, te harían sentir que hemos pasado lo mismo. Tal vez sientes que por más que intentas, nada termina de encajar. Te entiendo. Yo también estuve ahí. Pero hay algo que nadie me había dicho antes y que ahora sé con certeza: el problema nunca estuvo afuera, sino en cómo mi mente había sido entrenada para sufrir.

Cuando toqué fondo, me di cuenta de que tenía dos opciones: seguir culpando a la vida o empezar a mirarme de verdad. Y ahí empezó todo.

Fue un proceso. No de un día para otro. No con frases bonitas, ni con motivación pasajera, ni con los estudios que hoy tengo en psicología clínica y espiritual. Fue con conciencia, con psicoeducación, con trabajo interno. Aprendí a ver más allá del ego, a soltar las creencias que me tenían atrapado y a entender que la paz no es algo que “se alcanza” cuando todo está bien… es algo que se elige, aun en medio del caos.

Si algo de esto resuena contigo, quiero que sepas algo: ¡No estás solo! No eres la única persona que se ha sentido así. Y lo más importante… hay una salida.

Todo empieza con una decisión: empezar a verte de otra manera. Elegir la Paz sobre el ego, no es de una terapia, un libro, un video, una conversación. Se empieza primero conociendo lo que llamaríamos como “enemigo”, en este caso el ego, la mayoría de batallas en la historia que se han ganado, se han ganado porque se estudió al enemigo y se supo como derivarlo. Ahora el ego no es un rival, ni para la paz, ni para el amor, pues como dije al principio es nuestra elección, nosotros decidimos en cuál bando queremos estar por la eternidad.